Para hacer un caramelo, ponemos el azúcar en un cazo y lo salpicamos con unas gotas de agua. Ponemos al fuego y dejamos que poco a poco el azúcar cristalice, se funda y vaya tomando color. Vigilad para que no se os queme ya que saldría amargo.
Mientras se va haciendo el caramelo lentamente, calentamos la nata líquida en el microondas para que esté con la temperatura más alta que sea posible y así no haya un gran contraste de temperaturas cuando la mezclemos con el caramelo.
Removiendo de vez en cuando para que se haga de forma uniforme, obtendremos un caramelo primero rubio y después más oscuro. Una vez alcanzado un color suficientemente dorado, apartamos el cazo del fuego. En dos o tres veces y con muchísimo cuidado, añadimos la nata líquida y removemos para que se mezcle bien.
Una vez incorporada toda la nata, removemos y volvemos a poner al fuego el cazo para que tome una textura homogénea y le vuelva a subir el color. Cuando esté al gusto, apagamos el fuego y la pasamos a una jarrita que nos ayude a su dosificación.