Si tenéis tiempo, es buena idea empezar a preparar este plato la víspera o unas horas antes de encender el horno, dejando el pollo marinando para que coja mejor los aromas. En caso contrario no pasa nada, os aseguro que el plato tendrá igualmente muchísimo sabor. La piel no es obligatorio comérsela, pero a la hora de asar pollo siempre es recomendable dejarla intacta para que la carne quede muy jugosa.
Precalentar el horno a 180ºC, en el caso de que se vaya a cocinar imnediatamente. Quemar los posibles restos de plumas y cortar el posible exceso de grasa de los cuartos traseros de pollo. Secar con papel de cocina y colocar en una fuente o cazuela apta para el horno.
Exprimir el zumo de dos o tres limones hasta tener unos 60 ml de líquido, mejor sobre un colador para recoger los huesos que puedan tener. Añadir la mostaza, la salsa Worcestershire, el aceite de oliva, el vino blanco, la miel, las hierbas provenzales, el comino y sal y pimienta. Batir bien.
Pelar la cebolla y el diente de ajo. Cortar en rodajas el resto los limones previamente bien lavados. Cortar la cebolla en cuartos y picar el diente de ajo. Distribuir encima y alrededor del pollo la cebolla, el ajo, los limones y el tomillo. Cubrir con el líquido de la salsa de forma homogénea.
Hornear durante unos 30 minutos, girar la fuente y regar el pollo con los jugos del fondo. Subir la temperatura a 200ºC y continuar la cocción durante unos 15 minutos, o hasta que la piel esté bien dorada. Dejar reposar unos minutos antes de servir.